Ribes Coll, un corazón luminoso.






Ribes Coll en su estudio
En el año 83 tuve la oportunidad de encontrar un trabajo extra para las mañanas de Sábado y Domingo, vendiendo pisos de una promoción inmobiliaria.
Amy, la mujer de Juan, trabajaba en la entidad constructora, y muchas mañanas coincidíamos en el piso piloto.


Amy es una mujer increíblemente vital y cercana, y pronto nos hicimos amigas, fue así como conocí a Juan, su marido.
Desde entonces, hay una relación preciosa de cariño y amistad. 
Os puede parecer extraño, pero estoy convencida de que cuando hay cuadros de Juan en una casa, siempre existen buenas energías en ella!
Juan es....un hombre de corazón luminoso, como su pintura, que te invade de luz, color, y alegría.
Juan Ribes tiene una sólida formación académica, pero su obra es sensitiva, está impregnada de vida, de una belleza natural y sencilla.

Su espátula juega con la materia logrando una volumetría mágica, y sus pinceladas sueltas y caprichosas crean movimiento y rítmo.

La luz del Mediterráneo invade sus lienzos, una luz brillante que matiza el espacio.
Su pintura tiene algo muy particular... si la observas de cerca, es puramente impresionista, pero a medida que ganas distancia del cuadro se convierte en una pintura realista.
Juan....es Juan, y tiene magia en las manos!
Le he pedido que nos cuente la historia de una joya que esté vinculada a un recuerdo especial, ...y aquí está!





En el último verano del  S. XX me encontraba de vacaciones en la costa Amalfitana, en Sorrento concretamente, con vistas desde los acantilados al Golfo de Sorrento y al Vesubio.
Paseando por las estrechas calles llenas de tiendas repletas de recuerdos del lugar, entre corales y camafeos ( los típicos de perfiles femeninos) iba paseando con Amy, mi mujer, sin que nos llamara la atención nada en concreto, era bonito el conjunto.
Nos desviamos por unas callejas menos turísticas, sin apenas tiendas, y tropezamos con un escaparate que hubiera podido aparecer en la película " Pan, amor, y..." , rodada en Sorrento... quedaba como de los años 50, y hasta tenía un poquito de polvo... 
En el escaparate vimos unos camafeos muy originales, con relieves blancos sobre colores rosáceos, ya no eran los perfiles de señoras, eran escenas con personajes...
Entramos y preguntamos por ellos, al ver nuestro interés, el dueño nos enseñó una caja que tenía celosamente guardada, toda ella repleta de hermosas piezas, entre ellas elegimos dos.
Nos contó que había adquirido esta colección de la familia del artista una vez muerto, y en el certificado de garantía que nos entregó consta que están realizados por Giuseppe Mandil en el periodo 1.940-48, perteneciente a la escuela Napolitana.
Los temas son: uno, 






"Danza Amorini", y el otro," Amore e Psiche".
















Después de la satisfacción de haber realizado dicha compra, fuimos a celebrarlo al restaurante Carusso, que recomiendo a todo aquel que pase por Sorrento.




Una vez en España, contacto con mi amiga y joyera Concha Martinez, y el resultado son estos hermosos pendientes.





Amore e Psiche
Danza Amorini







Es un auténtico placer inventar joyas con Juan. 
Además del privilegio de intercambiar ideas con un artista, es entrañable ver la ilusión y el cariño que le dedica siempre al regalo de Amy.


La pintura de Juan...










 Me encanta!!!!



Comentarios

Marivi Garvi ha dicho que…
Para mí una joya es el recuerdo de un momento especial, así ha quedado plasmado en los pendientes diseñados por Concha, recuerdo de un viaje que disfruto su amigo Juan.
La unión de un momento especial con una joya se le da muy bien a mi amiga y así lo demostró con su colección de anillos Ataya, en la que reflejo un viaje a Galicia en unos preciosos anillos, de los cuales tuve la fortuna de compartir con ella el viaje y disfrutar cada día del anillo.
Marivi.
Vicky ha dicho que…
Concha me encanta el colgante del pajarito! Ademas todo el mundo me dice que precioso. Muchas gracias un besito

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